12.22.2015

Ausencias, disculpas y más.

Me llamo Alba y tengo un blog literario en el que hablo de los libros que leo, y de vez en cuándo, comparto mis opiniones sobre los medios audiovisuales que frecuento. Tengo un blog literario, sí, pero lo tengo porque me divierte tenerlo y porque me gusta que mi opinión sea conocida. Me gusta la sensación que obtengo cuándo alguien deja un comentario animándome a seguir, cuándo veo que tengo un nuevo seguidor, cuándo leo un libro que realmente me ha encantado y quiero compartirlo como una niña pequeña necesita la atención de sus alrededores, o ver que cada vez mis visitas aumentan y mi blog va creciendo. Me gusta todo ello y más. Pero si esto solo tuviera una parte positiva todo el mundo tendría un blog.

¿Qué ocurre cuándo no tienes tiempo para mantenerlo? ¿Cuándo te estresa saber que no puedes cumplir con todo el trabajo? ¿Cuándo las ganas de leer desaparecen? ¿Cuándo lo comienzas a ver como una obligación y no como un pasatiempo?

Ahí es cuándo desapareces durante cinco meses sin encontrar explicación. Cuándo no puedes disculparte porque directamente no hay excusa que pueda hacerlo por ti. Cuándo sabes que poca gente se tomará la molestia, o para unos pocos la alegría de leer esto y ver mis motivos, no excusas, de mi ausencia. Cuándo estás perdida con el norte hacia la salida menos estimada.